“No se puede tapar el sol con un dedo: Con coronavirus o no, en México, hay violencia de género”.
Por: Valentina Bárcenas.
En México, la violencia machista que sufren cientos de mujeres no respeta ninguna cuarentena. Cada día incrementan el número de asesinatos, llamadas telefónicas de auxilio, denuncias por maltrato familiar y sobrecupo en algunos refugios para víctimas.
Medios de comunicación y gobierno, al concentrar toda su atención en el tema del coronavirus, olvidan que enfrentamos una pandemia aún más peligrosa que la ocasionada por el COVID-19, me refiero a la violencia de género.
No me malentiendan, la intención no es restar importancia a la emergencia sanitaria, por supuesto que el brote y propagación del virus SARS-CoV-2 es algo muy grave y ha cobrado la vida de miles de personas. No obstante, más mortífera y sistemática ha sido la pandemia de violencia de género en nuestro país.
Según el reporte diario de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, desde el 28 de febrero, fecha en la que irrumpió el COVID-19 en México, hasta el 13 de abril, 367 mexicanas fueron asesinadas. Mientras que, por coronavirus murieron, en el mismo lapso de tiempo, 100 mujeres.
El gobierno y las instituciones no pueden tapar el sol con un dedo; con coronavirus o no, resulta innegable que México enfrenta un serio problema.
La obligada estancia en casa para contener la propagación del COVID-19 no es el origen, sino una muestra más de la gravedad del asunto. Las víctimas, al estar en contacto permanente con su agresor, se encuentran en una situación muy grave de vulnerabilidad. Los hogares son, en muchas ocasiones, zonas de alto riesgo.
Al respecto, de acuerdo con datos aportados a la Secretaría de Gobernación por el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, la violencia contra mujeres y menores de edad dentro de los hogares aumentó en un 120% desde que se declaró el aislamiento, el 23 de marzo.
De igual forma, la Red Nacional de Refugios (RNR), indicó que, durante el primer mes de confinamiento, las llamadas y los mensajes de ayuda contra diversos tipos de violencia de género aumentaron más de 80% y que sus 69 refugios están entre el 80% y el 110% de su capacidad.
No obstante, a pesar del desolador panorama, parece que las instituciones federales y estatales no confieren importancia alguna a la situación: el gobierno federal retiene los 405 millones de pesos del presupuesto anual de la Red Nacional de Refugios (RNR) por burocracia, el poder Judicial paró parcialmente la atención de denuncias en 27 de los 32 estados del país y los gobiernos estatales escatiman las medidas de protección.
Las instituciones y los gobernantes no pueden ni deben continuar ignorando los llamados de auxilio, no pueden poner oídos sordos ante nuestros gritos, no pueden seguir tapándole el ojo al macho. Se debe invertir parte del presupuesto público en programas y políticas públicas de prevención e impulsar leyes que protejan a las mexicanas.